La Nicaragua que conoció Cortázar

(foto cortesía de Modesto López)

por Gastón Mazzaferro

Corría el año 1983 cuando Julio Cortázar publicó el que sería uno de sus últimos libros en vida: “Nicaragua tan violentamente dulce”. En él, el escritor argentino relató, en forma de breves ensayos, cartas y crónicas, sus viajes por el país centroamericano que se encontraba inmerso en un muy particular periodo: la Revolución Sandinista. Cortázar ya había visitado Nicaragua en una ocasión previa. En el año 1976, se encontraba realizando una serie de conferencias en Costa Rica, cuando fue invitado por Ernesto Cardenal (poeta y, tras la Revolución, ministro de cultura) a visitar el país nicaragüense que, en ese momento, se encontraba bajo la dictadura de Anastasio Somoza.

Cortazar ingreso a Nicaragua esa primera vez de forma clandestina y esta experiencia inicial lo convertirá en un comprometido partidario de la Revolución que triunfará unos tres años después. Al visitar esas tierras de forma posterior, se sorprenderá por los cambios atravesados tras ella y se enamorará de un país que, en su opinión, debía ser visto como un modelo para el resto de los países latinoamericanos. Las campañas de alfabetización, los acontecimientos culturales en los que participó y el fuerte compromiso de la sociedad nicaragüense con la Revolución y las nuevas políticas serán algunos de los factores que llevarán a Cortázar a alcanzar tal convicción.

Ahora bien, ¿Qué fue la Revolución Sandinista? ¿Por qué fue tan importante? ¿Cuales fueron los significativos cambios que produjo en la sociedad nicaragüense y que enamorarían a Cortázar? Bueno, para contestar esta serie de preguntas primero debemos describir su momento previo: la dictadura de Anastasio Somoza.

La familia Somoza o “Che, no estaría re piola heredar un Estado?”

Anastasio Somoza Debayle fue el último miembro de la “dinastía” que gobernó Nicaragua desde 1933. Previo a él había gobernado su hermano, Luis Somoza Debayle, y antes su padre, Anastasio Somoza García, quien sentó las bases de lo que será el Estado moderno nicaragüense.

El régimen de los Somoza ha tenido varias características clásicas de los gobiernos autocráticos caribeños: nos encontramos con un poder político personificado en una sola figura (o en este caso familia), que utiliza al Estado para su enriquecimiento personal y que es fuertemente represiva hacia cualquier tipo de oposición. El poder se asentaba, a su vez, en la Guardia Nacional (cuerpo militar nicaragüense), en la negociación con distintos actores políticos y económicos y sindicatos afines y en el abierto apoyo de las distintas administraciones estadounidenses que pasaron por ese periodo. A su vez, el régimen logró mantenerse gracias a la expansión económica que siguió a la segunda guerra mundial.

Sin embargo, llegando al año 1972 el régimen de Somoza comenzará a temblar. Y cuando digo “temblar” estoy haciendo un uso metafórico, pero sobretodo literal de la palabra: en diciembre de 1972 un terremoto destruyó el 70% de los edificios de la capital Managua. A causa de esto, Estados Unidos envió una ayuda económica para ayudar a los perjudicados, pero este dinero fue acaparado por la familia Somoza. La oposición empezará entonces a crecer y a organizarse en torno a la figura de Pedro Joaquín Chamorro, líder de la Unión Democrática de Liberación.

El FSLN: nacionalistas, sandinistas y marxistas, pero tampoco la pavada

Paralelo a esto, se comenzaran a gestar —al igual que en el resto de latinoamérica tras la Revolución Cubana— diversos grupos de tendencia revolucionaria. Será el Frente de Liberación Nacional (FLN), fundado en 1961, el más importante de ellos en Nicaragua. La identidad de este grupo se definirá por tres características fundamentales: el marxismo, el foquismo y el nacionalismo. Estos tres rasgos deben ser explicados con mayor profundidad: en cuanto al marxismo, a pesar de que los integrantes de lo que luego sería el sandinismo se definían de esa manera, es importante destacar que fue una organización fundamentalmente ecléctica. No todos los sandinistas fueron marxistas ni todos los marxistas nicaragüenses fueron sandinistas. La estrategia del Frente sería el foquismo.

¿Qué significa esto? El foquismo es una estrategia ideada por el Che Guevara, consistente en despertar la conciencia revolucionaria popular mediante la lucha armada. Partiendo de esta táctica, el objetivo militar de la lucha armada (la toma del poder) sería secundario. Lo fundamental es que en cada acción armada se instruya, movilice, se eduque y se despierte la conciencia revolucionaria de las masas. En cuanto al nacionalismo del Frente, este se hará expreso al cambiar de nombre. El FLN dejaría de llamarse así para empezar a ser Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Augusto Sandino fue el líder de la resistencia nicaragüense frente a la intervención de los Estados Unidos entre 1927 y 1933, año en el cual se firmaron los acuerdos de paz entre su ejército y el presidente de ese entonces y se decretó el retiro de las tropas estadounidenses. Un año después Sandino fue asesinado por orden de Anastasio Somoza García, jefe de la Guardia Nacional y, como ya vimos, padre de Anastasio Somoza Debayle. Su figura será recuperada por Carlos Fonseca —fundador del FSLN y fallecido en combate en el año 1976— quien la sacará de su contexto histórico, convirtiéndola en el icono de Nicaragua y de la revolución. En el discurso del FSLN, Sandino es un héroe no por su individualidad sino porque refleja la acción de un pueblo en resistencia hacia los Estados Unidos y las elites nicaragüenses.

A partir de la segunda mitad de la década del ‘70, ante el aumento de la represión y la corrupción del régimen somocista, cada vez más sectores de la sociedad empezarán a ver a la lucha armada como una opción válida. El FSLN se empezará a nutrir así de múltiples sectores: estudiantes, gente de oficio, obreros, empleados asalariados y, en menor medida, campesinos y profesionales, se unirán al movimiento armado. El estudiante será, probablemente, el integrante fundamental de la guerrilla. Podemos relacionar a esto la edad promedio de los participantes de la lucha armada: un 71% de los fallecidos en batalla tenía entre 15 y 24 años.(1)

Debemos mencionar también el papel de las mujeres: diversos estudios afirman que aproximadamente un 30% del FSLN eran mujeres (2), nucleadas la mayoría de ellas en la Asociación de Mujeres por la Problemática Nacional (AMPRONAC), que luego pasaría a llamarse Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE), en honor a la primera mujer caída en batalla contra la Guardia Nacional. Estos organismos estaban formados por mujeres de diversos estratos: desde estudiantes hasta mujeres de sectores populares que buscaban mejores condiciones de vida.

Guerra, Revolución, toma del poder y que bardo

Será en el año 1977 (dos años antes del triunfo de la Revolución) cuando el FSLN empezará a ser visto como un actor político relevante a causa de sus diversos ataques generalizados en distintos puntos del país. Pero el momento clave fue el año siguiente. ¿Se acuerdan de Chamorro? En enero de ese año será asesinado, se cree, por orden de la Guardia Nacional. Esto sería un golpe muy fuerte para la oposición tradicional que, ya de por sí, estaba debilitada. Durante todo el régimen somocista, los partidos de oposición habían llegado a diversos pactos que, sin embargo, no alteraban la dinámica fraudulenta del régimen. Pero el asesinato a Chamorro pondrá fin a esto: tantos las elites como los miembros de las “grandes familias” (a las cuales Chamorro pertenecía) se sentirán inseguros y dejarán de ver la opción pacífica como una posibilidad, acercándose al FSLN.

En septiembre de 1978 sucederán una serie de insurrecciones que darían lugar a un aumento de la represión por medio de la Guardia Nacional. Frente a esto, desde los Estados Unidos y la OEA se intentará mediar entre la oposición moderada y Somoza para llevar a cabo una transición tranquila que evitara el triunfo sandinista. Esta mediación fue, obviamente, un fracaso y, frente a la terquedad de Somoza, la oposición no verá otra opción que terminar de acercarse al FSLN.

A partir de mayo de 1979, la insurrección sólo iría en aumento, cayendo pueblos y ciudades del norte en manos de los sandinistas. En junio conseguirían una de sus mayores victorias: la toma de la ciudad de León, la segunda ciudad más importante de Nicaragua.

A medida que el FSLN avanzaba, sumaba adhesiones de gran parte de la poblaciones de las regiones que ocupaban. Hay dos factores fundamentales para explicar esta adhesión: en primer lugar, el apoyo inicial de la Iglesia Católica. En segundo, y más importante aún, la reacción de la sociedad ante la represión llevada a cabo por la Guardia Civil, en especial, sobre la juventud. Finalmente, con todo este apoyo ganado, el FSLN ingresará a la capital Managua el 19 de julio.

Frente a esto, Somoza se escaparía junto a toda su familia a Miami, dejándole su poder al Congreso de la República que nombraría a Francisco Urcuyo como presidente del congreso. En ese puesto, el nuevo presidente ordenó continuar con la represión, pero ya era tarde: la revolución había triunfado y, días después, se estableció la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, formada por integrantes tanto del FSLN como de los distintos partidos que se le habían aliado.

Un pequeño paréntesis conceptual

Bueno, habiendo llegado a este punto quizás podemos preguntarnos porque estamos hablando de Revolución y no de golpe de Estado. Al fin y al cabo, entre ambas acciones existe, inicialmente, una característica en común: las dos implican la toma del poder por medios no electorales e incluso muchos golpes de Estado se han autodefinido utilizando la palabra Revolución, por ej. la Revolución Libertadora en la Argentina de 1955.

Sin embargo, una Revolución, en este caso social como la de Nicaragua, se diferencia de un golpe de estado al implicar el derrocamiento de una elite gobernante por parte de un grupo insurrecto que logró movilizar un amplio apoyo popular y que, sobre todo, pretende llegar al poder para desde allí transformar las estructuras sociales, políticas y económicas de la sociedad. En este sentido, una Revolución busca, de manera necesaria, destruir el orden anterior, construyendo una nueva realidad social, política y económica, mientras que un golpe de Estado no lo hace.

Un nuevo Estado: primeras medidas y Reforma Agraria

Una vez sucedida la toma del poder y la instalación de la nueva Junta de Gobierno, aparecería de manera inmediata su primera medida: la proclamación del Estatuto Fundamental de Derechos y garantías. En este, se garantizaban diversos derechos civiles y se establecía la adhesión a la declaración de Derechos Humanos de la ONU y a la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre de la OEA. A su vez, se establecían garantías de participación política y sufragio universal y también se permitiría la organización de los partidos políticos, exceptuando a aquellos que pretendían un retorno al somocismo. De la misma manera, se pusieron fin a todas aquellas leyes e instituciones del régimen anterior consideradas como opresivas.

En cuanto a los poderes del Estado se repartirían de la siguiente forma: el Ejecutivo quedará en manos de la Junta. Dada la situación de emergencia inicial, está también asumirá el legislativo, compartiendolo con un Consejo de Estado, compuesto por treinta y tres miembros representantes de los distintos sectores de la sociedad. El sistema judicial previo sería completamente desmantelado y se impondrá un nuevo sistema compuesto por una serie de Tribunales Ordinarios y Especiales y una nueva Corte Suprema.

La mayoría de los colectivos que se habían unido a la insurrección convocada por el FSLN demandaban, ante todo, la posibilidad de acceder a una parcela de tierra y, además, la existencia de una red de asistencia social que les hiciera sentir contenidos y que le permitiera a sus hijos e hijas tener acceso a la educación. En este sentido las dos medidas más destacadas y recordadas serán la campaña de alfabetización —que logrará bajar el analfabetismo de un 50% a un 16%— y la reforma agraria. Esta segunda dará lugar a un complejo proceso que despertará múltiples tensiones. Se procederá a la confiscación de las tierras de Somoza y sus allegados y de las tierras improductivas.

Los beneficiarios de esta confiscación serán en primer lugar las empresas estatales y, en segundo, los campesinos sin tierras organizados en cooperativas. Los productores individuales, en cambio, fueron los menos beneficiados. A aquellos que les dieron tierras, se les otorgó un tipo de propiedad especial que les prohibía venderlas.

Junto a otras causas como la decisión del Estado de fijar precios de compra y venta de granos, la obligación a los productores de que estos fueran vendidos y otros estrictos controles internos, una parte del campesinado comenzaría a sentirse fuertemente descontento. Sin embargo, debemos destacar el hecho de que fueron muchos los campesinos nucleados en cooperativas que se vieron beneficiados y que hubo otras medidas positivas que lograron minimizar el descontento, como la ampliación de crédito y el aumento del financiamiento que le permitió a los campesinos adquirir insumos y herramientas.

Contrarrevolución e inestabilidad

Hasta 1982, el nuevo de gobierno pudo manejarse sin una posición considerable y los integrantes del FSLN fueron haciéndose cada vez más del poder. Sin embargo, en ese año y con el inicio de la administración Reagan en Estados Unidos, esto empezaría a cambiar. Toda Revolución suele implicar, necesariamente, la existencia de un grupo contrarrevolucionario: desde los ejércitos realistas en la América del Sur de principios del siglo XIX, hasta los Ejércitos Blancos tras la Revolución Rusa de 1917.

En este caso ex grupos de militares somocistas y de opositores al nuevo gobierno controlado por los sandinistas empezarían a establecerse en los países limítrofes de Nicaragua desde donde dirigían ataque estratégicos a la población civil. Entre 1982 y 1984 al gobierno sandinista le fue muy complicado controlar esta serie de ataques. Mientras estos atacaban, a la vez, ganaban apoyo entre los distintos sectores que se sentían descontentos con el gobierno, entre otros, campesinos de distintas zonas del país.

Para 1986, sin embargo, de diversas formas el gobierno había logrado contener a los contrarrevolucionarios. A pesar de eso, a causa de los recursos destinados a la guerra interna y al gigante bloqueo estadounidense llevado a cabo por la administración Reagan, la situación económica era preocupante: la inflación pasó del 70,3% en 1979 a 1.347,2% en 1987, la deuda externa se multiplicó por cuatro, tras tres años iniciales de subida del PBI, a partir de 1982, este caería durante todos los años siguientes y el poder adquisitivo, que había aumentado durante los primeros años de la Revolución, se derrumbaba.

En Nicaragua, los 90’s también fueron un toque menemistas

A pesar de que la contrarrevolución se encontraba imposibilitada militarmente de una victoria, el gobierno debió apelar a una negociación para poner fin al conflicto armado. Mientras tanto el descontento interno comenzaba a crecer y la oposición civil al interior de Nicaragua ganaba apoyo.

Tras años de negociaciones y nuevas leyes se decidió modificar la ley electoral y en el año 1990 se dieron las elecciones. En la oposición se formó una coalición antisandinista conocida como UNO (Unión Nacional Opositora) que núcleo a inicialmente a 14 partidos de oposición.

No obstante, antes de las elecciones los cuatro partidos más centristas se irían y UNO se consolidaría como una alianza abiertamente de derecha. Con el apoyo de Bush, presidente de los Estados Unidos tras Reagan, quien iría como candidata sería Violeta Barrios de Chamorro, viuda del ya mencionado Pedro Joaquín Chamorro, quien se enfrentaría a Daniel Ortega (actual presidente de Nicaragua) del FSLN.

Las elecciones darían como ganadora de manera sorpresiva a Violeta Barrios de Chamorro con un 54,7% de los votos frente a un 40,8% sacados por Ortega. A partir de su victoria, lograría bajar el déficit fiscal y la inflación a un 3,5%, pero haciendo que Nicaragua viva su particular experiencia menemista: importación masiva de bienes de consumo, economía destinada casi exclusivamente al pago de la deuda externa (se pagaron anualmente unos 250 millones de dólares anuales frente a unos 75 millones destinados a salud y educación), privatizaciones, reducción del gasto social, aumento sostenido del desempleo y la pobreza, ajustes siguiendo el consejo del FMI y el Banco Mundial y devolución de, aproximadamente, un 20% de las tierras afectadas por la Reforma Agraria (3).

La Revolución Sandinista había llegado a su fin y, así también, la Nicaragua que conoció Cortázar.

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Notas

  •  (1) Ver Vilas, C. M. (1985). El sujeto de la insurrección popular sandinista. Cuadernos Políticos, 42, 32-53.
  • (2) Ver Plaza Azuaje, P. (2010). Madre armada y niño. Representación de la Mujer Nueva en los murales de la Revolución Sandinista en Nicaragua. Apuntes, 23(1), 8-19.
  • (3) Ver Martí i Puig, S. (2012). Nicaragua (1979-1990). La Revolución enredada. Madrid, España: La Catarata.

Bibliografía

  • Carnovale, V. (2011). Los combatientes. CABA, Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
  • Lacaze, C. (2012). El FSLN y la «iconización» de Sandino. Icônes d’Amérique latine, 98, 59-75. https://doi.org/10.4000/caravelle.1140
  • Martí i Puig, S. (2012). Nicaragua (1979-1990). La Revolución enredada. Madrid, España: La Catarata.
  • Ortega, M. (1986). La reforma agraria sandinista. Nueva Sociedad, 83, 17-23.
  • Plaza Azuaje, P. (2010). Madre armada y niño. Representación de la Mujer Nueva en los murales de la Revolución Sandinista en Nicaragua. Apuntes, 23(1), 8-19.
  • Vilas, C. M. (1985). El sujeto de la insurrección popular sandinista. Cuadernos Políticos, 42, 32-53.
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One Comment on “La Nicaragua que conoció Cortázar”

  1. Muy buen articulo. Relato claro y llevadero, Los hechos historicos y la realidad social son definitorios y marcan autenticidad. FELICITACIONES!!!

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