Tahuantinsuyu: los andes durante el dominio Inca

por Zoe Brodsky Mercer

Tahuantinsuyu es el nombre que le dieron sus protagonistas a los dominios sociales y políticos del pueblo o etnia Inca. Ese dominio fue ejercido entre 1438 y 1533 sobre diversos pueblos que conformaron la región, a quienes se les impuso, entre otras cosas, la lengua quechua.
Esta estructura política abarcó parte de los actuales países de Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina, como podemos observar en el siguiente mapa:

El Tahuantinsuyu estaba formado por cuatro sectores o suyus; ni provincias ni regiones, sino direcciones hacia las que se parte desde el centro de gravedad: Cusco. En esa ciudad residían el matrimonio gobernante -el Inca y la Coya- y su entorno más cercano.

Organización social: ayllu

La base de la estructura social fue el ayllu, “familia extensa” o “grupo de descendencia mayor”. Se trata de grupos sociales amplios unidos por el parentesco que, además, estaban unidos por vínculos religiosos, sociales, económicos y políticos, cuyos miembros tenían derechos y obligaciones recíprocas. Las personas dentro del ayllu se consideran iguales por descender de un antepasado común.

El ayllu es la unidad de estructuración y la base de la sociedad andina bajo el incanato, con patrones de organización y de asentamiento. Esta categoría tiene dos sentidos superpuestos:

  • 1. Ayllu como estructura de mayor extensión en un grupo socialmente organizado que posee antepasados comunes.
  • 2. Ayllu como la menor organización unitaria y de subdivisión social, es decir, vinculada a los lazos de parentesco consanguíneos entre sus miembros.

Mientras el primer sentido de ayllu funciona como como una referencia de ubicación social, el segundo refiere a una base parental de lazos de colaboración más estrechos. No está de más decir que la restricción matrimonial era la norma en el ayllu menor, mientras que eran comunes los matrimonios dentro del mayor.

Las obligaciones y derechos eran colectivos, y en torno a esa vida comunitaria en el marco del ayllu es que se organizó la producción para su subsistencia: la producción agraria y textil. La obligación colectiva para con las autoridades del Tahuantinsuyu era la mita, un sistema de prestación rotativa de servicios en fuerza de trabajo.
Cada ayllu contaba con una serie de autoridades, los denominados curacas o “jefes étnicos”, sobre lo que volveré más adelante.

Organización política de base: curacas

Cada ayllu tenía su curaca o “jefe étnico”. El curaca tenía la responsabilidad de control y organización de los ayllus: asegurar el trabajo en la mita, el acceso a la tierra y el consiguiente intercambio recíproco posterior, que aseguraba la plena satisfacción de las necesidades de los ayllus.

A su vez, cada curacazgo estaba dividido en dos. La dualidad del mando de los curacas se expresaba en dos jefes: hanan y hurin (que se identifica como “derecha” e “izquierda”). Sin embargo, había siempre uno de ellos que contaba con el poder máximo y era considerado como jefe étnico.

Estos curacas tenían, sobre todo, responsabilidades religiosas. Además, tenían asignadas tierras para sí, trabajadas por mitayos de su propia localidad, cuyos productos servían tanto para su propia subsistencia como para la redistribución: tenían la responsabilidad de sostener a ancianes, huérfanes y viudas.

Organización política del Tahuantinsuyu

Antes de la expansión inca, el funcionamiento político de la región andina era un mosaico de diversos ayllus a cargo de curacas, que a su vez estaban bajo la hegemonía de jefes mayores, los Hatun Curaca (“gran jefe” o “gran gobernador”).

Con la expansión inca este escenario se mantuvo y diversificó, apareciendo curacas que, por ejemplo, no respondían a ningún ayllu, sino que eran les encargades del funcionamiento mismo del Tahuantinsuyu, respondiendo directamente al soberano de mayor rango, el Inca.

La cabeza del gobierno estaba conformada por el matrimonio gobernante, el Inca y la Coya. La élite en torno a elles estaba conformada por alrededor de 20 panacas (grupos de pertenencia, de hermanes y gente de confianza, creados en torno a un hombre importante, las panacas no son lo mismo que el ayllu), de entre las cuales se elegía al gobernante (el Inca).

En la jerarquía les seguían diez ayllus “custodios”, encargados del cuidado de la ciudad (Cusco) y del Inca. Con la expansión inca, cada curacazgo -o dominio de un curaca- enviaba un representante a Cusco para instalarse allí, y de esa manera asegurar la fidelidad mutua.

El Tawantinsuyu, en tanto dominación inca -es decir, dominación de una etnia o pueblo sobre una vasta cantidad de otras etnias o pueblos- no creó sentimientos de unidad entre ellas ni logró una integración poblacional. El arraigo local y la conciencia regionalista persistió y prevaleció: los ayllus se cohesionaban en torno a sus propios curacas.

Esto explica, por ejemplo, que ciertos grupos étnico retornaran a sus lugares de origen una vez caído en dominio inca. También podemos comprender, a la luz de esta explicación, el apoyo local que se le prestó al invasor español: muchos pueblos vieron en él la oportunidad de liberarse de la opresión inca y de sus responsabilidades para con ella.

Economía

En un mundo que no tenía moneda, la reciprocidad en el plano económico era un sistema organizativo socio-económico de amplio alcance que reguló la prestación de servicios, al tiempo que funcionó como engranaje de la producción y distribución de bienes.

La mita era un sistema de prestación rotativa de servicios en fuerza de trabajo, adecuado a las posibilidades materiales de cada grupo. Bajo esta forma general se congregaron una enorme diversidad de labores:

  • 1. La mita agraria (labrar tierras comunales, tierras del curaca o del Tahuantinsuyu o del Sol).
  • 2. La ayuda al curaca
  • 3. La mita pesquera
  • 4. La mita guerrera (para la conformación del ejército)
  • 5. La construcción de caminos, puentes o cuidado de depósitos
  • 6. La mita minera
  • 7. La mita textil (producción de tejidos).

En este sentido, “mitayo” era quien realizaba la mita. Los mitayos eran enviados, junto a sus familias y jefes étnicos de menor rango, a otras regiones a cumplir con tareas específicas. En general, la mita más común eran la agraria y la textil.

No está de más mencionar que la mita fue aprovechada por los colonos españoles una vez invadido el territorio e instalado su dominio en la región andina; esta mita, de cualquier modo, no tenía las misma características que la propia del incanato.

Todo el excedente agropecuario y de productos manufacturados (desde armas hasta ropa) eran conservados en depósitos gubernamentales denominados colca. Este excedente tenía varias finalidades, como la redistribución en caso de necesidad (ante una sequía o plaga, por ejemplo) de una determinada región, como recurso para mantener las exigencias de la reciprocidad que mantenía al Tahuantinsuyu cohesionado, y también para cristalizar el poder material del Inca.

En este mundo, el intercambio, trueque o equivalencias tenía un lugar privilegiado. A quienes se dedicaron a esto, los invasores españoles dieron el nombre de “mercaderes”. Su tarea fue fundamental a la hora de redistribuir los productos de varios ayllus entre sus curacas para garantizar la plena satisfacción de las necesidades de cada grupo.

Sectores populares: Hatun runa

El bajo pueblo estaba conformado por los hatun runa/hatun warmi (“hombre/mujer del común”). Elles eran la gran masa campesina que ofrecía la fuerza de trabajo indispensable para la marcha del gobierno, componiendo los ejércitos y las masas mitayas.

Entre los hatun runa/hatun warmi se distinguen varias categorías, según la ocupación y función que aportaran al Tawantinsuyu. La gran demanda de productos elaborados hizo posible una enorme especialización: existían orfebres, ceramistas, pintores de mantos, pescadores, guerreres, entre otros.

Comienzos del Tahuantinsuyu: la expansión inca

La afirmación del poder Inca no es de larga data, respondió a la victoria sobre el pueblo chanca que disputaba en el Cusco el predominio político. No se sabe con exactitud cuándo sucedió esto, pero se cree que alrededor de un siglo antes de la invasión europea de 1492, es decir, a fines del centenio 1300. En ese momento comenzó su definitiva expansión, a raíz de una serie de conquistas:

  • 1. Conquistas pacíficas (se irrumpía en un pueblo determinado ofreciendo tejidos y objetos de valor a cambio de reconocer al inca como soberano).
  • 2. Conquistas relámpago (se ofrecía a estos pueblos el establecimiento de lazos de reciprocidad y sólo más adelante se comenzaba a presionar para imponer obligaciones a sus curacas).
  • 3. Conquista armada (cuando las otras tácticas no funcionaban, después del rechazo de un cacicazgo inca comenzaba la resistencia y consiguiente guerra; esta concluía, en el caso de victoria, con la incorporación de ese pueblo al dominio inca).

En los casos 1 y 2 el rol de la reciprocidad política asimétrica es muy clara: el dominio político comienza con el establecimiento de lazos de reciprocidad, que inicia el inca, con la entrega de bienes manufacturados y alimentos. Es desigual porque el Inca queda en una situación de superioridad frente a su nuevo aliado, quedando éste en deuda con aquel. Sin embargo, ambas partes daban y recibían algo de esa alianza.

EL punto clave para la consolidación de su poder en lugares remotos fue la construcción de rutas y caminos que conectaban todo el territorio. Estos fueron construidos en base a la necesidad del Tahuantinsuyu, no de pueblos particulares: eran fundamentales para la circulación de mensajeros, el traslado de productos cosechados hacia los depósitos en centros administrativos, la movilización de los ejércitos, los traslados de mitayos, etc.

Ejército

Al ser les incas predominantemente expansivos, los ejércitos fueron de suma importancia en la creación y extensión del Tahuantinsuyu. Este cuerpo estaba formado principalmente por hatun/warmi runa, mitayos de la mita guerrera, estos estaban dirigidos por sus curacas de menor rango. Sin embargo, los linajes incas conservaron los más altos puestos jerárquicos.
El ejército estaba dividido en escuadrones étnicos, y contaba cada guerrere con un solo tipo de arma: honda, flecha, macana o porra. Había también instrumentos musicales, principalmente tambores y vientos.

Cultura y cosmovisión

La descendencia era tanto patrilineal como matrilineal, es decir, la línea de parentesco se estableció tanto en torno al padre como a la madre. Esta dinámica responde a una característica cultural particular: las mujeres eran consideradas, según la línea materna, descendientes de la luna. Los hombres eran de igual manera considerados, por vía paterna, descendientes del sol. Por ello, tanto hombres como mujeres tuvieron derecho a los recursos del ayllu, así como presencia social y económica.

A las mujeres, en esta situación de íntima relación con la Luna y las divinidades femeninas –la tierra sobre todo, la Pachamama- se les aseguró su supremacía en la intervención de la tierra: desde su producción agrícola hasta los rituales sagrados.

Los encargados de la religión eran de varios tipos: por un lado, el “segundo” del Inca en Cusco era el Vilaoma, “siervo del sol”. Por otro lado, en cada región y en cada ayllu había, por su parte, dos tipos de encargados religiosos: los yañaca y los huacsa. Mientras que el primero era el encargado de observar los astros y definir las fiestas religiosas, el segundo era propio de cada ayllu a cuyo cargo estaba la ejecución de aquellas fiestas rituales.

El tiempo era percibido a partir de la cuidadosa observación del movimiento de los astros -sobre todo el sol y la luna-, a lo cual se dedicaba el Vilaoma. Su ¨calendario¨ estaba determinado por las fases crecientes y menguantes de la luna.

Los tipos de divinidades eran dos: masculinas y femeninas. Las primeras refieren a los fenómenos naturales (avalanchas, movimientos sísmicos, tormentas) a los cuales se debía sacrificios y ofrendas. De la misma manera, las deidades femeninas son aquellas que cubren las necesidades del género humano, ofreciendo a sus fieles lo necesario para subsistir (la tierra, los ríos, las plantas esenciales).

La cultura oral fue muy importante a falta de un sistema de escritura; los Haravicus eran poetas o cantores que se dedicaron a cantar sobre los acontecimientos del ayllu. Los Amautas, maestros, hicieron perdurar los grandes sucesos de su Historia: batallas, victorias, mitos y fiestas.
Los elementos de contabilidad fueron los quipus: herramientas provistas de cuerdas o lanas de distintos colores con ataduras. Se utilizaban como un sistema gráfico de contabilidad y almacenamiento de relatos, y los únicos capacitados para descifrarlos y utilizarlos eran les denominades quipucamayoc, administradores del Tahuantinsuyu. Veamos algunos:

Otros soportes de memoria fueron los vasos kero, vasos ceremoniales usualmente de madera, utilizados para beber su bebida sagrada, la chicha. En los vasos kero podemos observar la narrativa de sucesos históricos.

Bibliografía:

  • Cock, G. (1981). “El ayllu en la sociedad andina: alcances y perspectivas”. Etnohistoria y Antropología Andina. Lima, Museo Nacional de Historia.
  • Rostworowski, M. (2013) “Historia del Tahuantinsuyu”. Tarea Asociación Grafica Educativa. Lima, Perú.
  • Guardia, S. B. (2013). “Capitulo Mujeres peruanas. El otro lado de la historia, Lima, 5a Edición.
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5 Comments on “Tahuantinsuyu: los andes durante el dominio Inca”

  1. No fue, de espíritu evolucionado, ni siquiera enterado, ni influenciado por ese gran movimiento ideológico llamado RENACIMIENTO, la gran masa de españoles llegada a América: vino sólo gente empeñada en adquirir riquezas, a como dé lugar, sin interesarle en lo más mínimo que ello fuese a costa de destruir naciones; diezmando la casi totalidad de sus poblaciones, en acciones que hacen palidecer los crímenes de los más avezados delincuentes, de hoy en día, que en su afán de satisfacer sus canallescos i mezquinos anhelos raptan, violan i matan a ciudadanos comunes para arrebatarles el fruto de su industria. Sin embargo, la grandísima alcahueta historia oficial, considera aquella invasión, como epopeya romántica i heroica.

    Hordas bestiales, típicas de la Edad Media, fueron las que incursionaron en el Perú: gente ignorante, fanática, cuya vida se basaba, en la rapiña, en el despojo i en el asesinato indiscriminado, particular i masivo; que destruyó promisorias civilizaciones, practicando un genocidio nunca igualado, i sin precedentes históricos en su magnitud, en pro de sus más bajos i mezquinos intereses: todo lo contrario a lo que fue la incursión de Alejandro en el Oriente, helenística i humanística.

    El Tahuantinsuyu era, en cambio, una sociedad que perseguía establecer un régimen de vida pacífica, basada en la colaboración de todos los pueblos, No fue perfecto, claro está; i si se producían convulsiones, por el ya mencionado propósito social, el esclavismo no estaba institucionalizado, ni siquiera considerado, en el espectro de su cosmovisión I DONDE SUS GUERRAS OBEDECÍAN A LA NECESIDAD DE ALEJAR LOS PELIGROS QUE AMENAZABAN LA ESENCIA INTEGRACIONISTA DE SU ORGANIZACIÓN. Una sociedad que tuvo, quizá, un avance sin parangón en el mundo, en sus logros agro-técnicos; que heredó, i administrativamente mejoró las ancestrales costumbres del comunismo primitivo, ceñido a los más elementales principios de justicia social intuitivos i puros. Basta pensar solamente que, en cuanto al trabajo, al que, si los españoles con su torcida visión bíblica lo tomaban como castigo divino, en el incario, por lo contrario, éste fue un derecho de realización i no de sustento, un acto de participación social, altamente festivo, que devenía en provecho general de la población.

    La totalidad de los avances sociales logrados por el pueblo en nuestro pasado, que en este escrito no se apuntan por la necesidad de dar énfasis a lo actual, fue destruida por la bestial mezquindad de gente amparada, en sus atrocidades, por una institución religiosa, autocalificada de SAGRADA i SANTA, que desnaturalizaba la verdadera postura humanística del respeto, de la tolerancia, de la participación de los bienes espirituales i materiales en provecho de todos.

    1. Una civilización superior venció a una inferior. Como cualquiera que elije que la forma de producción se centre en el individuo y no en la comunidad. La conquista de los pueblos originarios empezó con los incas, luego vino una civilización superior y con hombres mucho mas aptos, fuertes, inteligentes y hasta hermosos para avasallarlos, tal como hacian ellos antes

    1. Muchas gracias por los comentarios! Es probable que eventualmente editemos compilaciones de artículos en PDF. De momento, quedan para leer en la página, aunque si te interesa tener alguno en particular (para dar clases, por ejemplo) podemos enviártelo por mail.

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